Carroñeros.

Imagen: Fotonatura

Bien saben, los que por este rincón se asoman, que nunca me meto en camisas de once varas. Soy consciente de mis limitaciones y aunque, evidentemente, tengo opinión en muchos de los temas que en la red se tratan, procuro reflejarla únicamente en los comentarios que dejo en los blogs que conozco. Uno de los temas recurrentes en infinidad de bitácoras es la guerra abierta por la Sociedad General de Autores en torno a los derechos de autor de todo lo que se publica en la red. Tengo opinión, claro que si, nunca la he expuesto, tampoco lo haré en este apunte y no por que no quiera manifestarme, simplemente porque no aportaría nada nuevo al debate, baste decir que raramente me bajo ningún tipo de contenido. Lo que me impulsa a realizar este escrito es lo leido en la propuesta de Gin Noja. Cuando estaba a punto de terminar su relato la pantalla se me ha puesto borrosa, unas lagrimas resbalaban de mis ojos, y creedme no soy de lagrima facil, antes al contrario. ¡Carroñeros! es lo que me ha venido a la cabeza. Unos por su afan recaudador sin limites, los otros (industria farmaceutica), por lo mismo. Cuando se trata de imbestigar nuevos medicamentos acudimos a las aportaciones de los demás, bien sea a traves de subenciones del estado, bien de las familias de los enfermos, cuando el medicamento está desarrollado, a recaudar. Esto tambien nos hace diferentes al resto de los animales Suso.